Fragilidad

El envejecimiento progresivo de la población a nivel mundial por el aumento de la esperanza de vida ha hecho que cada vez sean más numerosas las personas mayores de 70 años. Se denomina anciano frágil a aquel que está en riesgo de discapacidad. La edad no determina la presencia de fragilidad, una persona de 70 años puede ser un anciano frágil y, sin embargo, una de 90 no serlo.

Esta entidad está asociada al envejecimiento por la pérdida de reserva funcional y de masa muscular, que predispone a pérdida de función y de autonomía, más que a la existencia en sí de enfermedades crónicas. Un paciente puede padecer de enfermedades crónicas, pero entraría dentro del grupo de anciano frágil cuando se produce una pérdida de la reserva funcional que lo hace vulnerable a situaciones de estrés, con mayor riesgo de tener problemas serios de salud como una discapacidad mayor, hospitalización, institucionalización o incluso la muerte en aquellos casos en los que aparezcan complicaciones graves. Esta pérdida de función es el que le disminuye la calidad de vida porque se traduce en una pérdida de autonomía.
La intervención en esta etapa en la que existe un riesgo de discapacidad, pero todavía no ha aparecido, es fundamental. En este tipo de pacientes, hay que actuar de forma especial mediante programas de actividad física o rehabilitación, dieta adaptada a sus necesidades nutricionales y revisión del tratamiento farmacológico (intentando disminuir, en la medida de lo posible, los tratamientos sedantes). El manejo integral del anciano frágil incluye el aumento de la actividad física. Una pauta adecuada puede conseguir una mejora de su estado nutricional y la recuperación de su capacidad funcional.
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